PSICOpapirofleXYa

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domingo, 30 de agosto de 2009

¿SABES...

...Cómo se llama el miedo a las palabras largas?


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Pues, ni más ni menos que...

HIPOPOTOMONSTROSESQUIPEDALIOFOBIA





Me pregunto si el que lo padezca será capaz de pronunciarlo...

martes, 25 de agosto de 2009

¿DIOS?

Los números del reloj se agolpan en un rinconcito a la espera de que el puñal de acero los señale sin piedad condenándoles a morir. Se me antoja cruel pensar que no tienen escapatoria, no tienen derecho a opinar.

Y tú, a sabiendas de todo esto, decidiste proteger tu tiempo guardándolo en un cofrecito por miedo a perderlo. Pero lo que no sabías es que ahí dentro tu tiempo no hace más que consumirse, peor aún, estás malgastándolo a la espera de un momento para aprovecharlo que no llega.

Mientras, este se burla de ti en la eternidad de su existencia, asesinando a las indefensas cifras del reloj, tachando con placer las fechas del calendario, haciéndote creer que puedes encerrarlo cuando es él quien te maneja como su marioneta.

Inmutable, perpetuo, constante y sin demora, tan seguro está de vencerte que te brinda la oportunidad de jugar al Juego de la Vida y la Muerte. ¿Juegas? ¿O vas a esperar resignado a que se pase tu turno? No ganarás la partida, pero si juegas, podrás divertirte y enorgullecerte de haber tenido valor de jugar contra el poderoso Tiempo. Al fin y al cabo te tiene encadenado, juega con ventaja. Y quizás descubras que no es tan perverso como pensabas, sino que en este juego te permite aprender una lección. Si eres sabio entenderás que el sentido del juego es sentir.

¡Que llegan los exámenes!


lunes, 24 de agosto de 2009

Y se me ocurrió ponerme a pensar...

Ayer vi la película “El número 23” por segunda vez (día propicio, por cierto) y he de decir que me resulta bastante interesante. Es curioso ver cómo un simple número puede llegar a obsesionar a alguien de una forma demente. Es curioso, también, ver cómo esa obsesión es creada por el individuo y no por ningún tipo de poder que tenga el número en sí. No es el número el que nos enloquece, es la búsqueda que realizamos la que nos hace seguirlo como si nos estuviera llamando. Como decía en la película, quizá no exista el destino, sino las decisiones propias que podemos tomar. Es decir, nada está escrito, las casualidades del número 23 no están ahí para volvernos majaretas. Nosotros somos los que decidimos encontrar el número en cualquier parte.



Quizá todo esto podamos aplicarlo a cualquier otro comportamiento obsesivo que podamos tener. Pensamos que sucede una cierta situación hasta el punto de que cualquier otro hecho que encontremos lo relacionamos a nuestra situación, tenga o no nexo de unión con ella. Sin embargo esta idea contradice a la que leí en la revista “
Muy interesante”, que pone en duda el libre albedrío aunque tendemos a pensar que tenemos el control sobre nuestra voluntad. No obstante hay que tener en cuenta dos cuestiones; la primera es que en la locura y la genialidad (tal vez no tan distantes la una de la otra) los patrones y esquemas mentales pueden cambiar radicalmente, y la segunda es que tanto en la idea de la película como en la de la revista, sea intencionadamente o no, achacamos la causalidad de los acontecimientos de forma no siempre correcta.

Y para concluir, como experiencia personal puedo decir que últimamente me atormenta una obsesión que en cuestión de horas comprobaré si era sólo eso o si mis conjeturas tenían fundamento. Necesito averiguarlo puesto que si no, el festín de emociones que alberga mi cabeza me vencerá. La duda es ¿qué pasará cuando lo sepa?



Almun Freud